Qué tan claro es el vínculo
entre educación y crimen?
Mejor educación para menos delincuencia.
El principal vínculo teórico entre educación y el comportamiento
criminal es bastante directo: la educación aumenta las oportunidades de acceder
a trabajos legales e incrementa sus salarios, lo cual reduce el atractivo
financiero de las actividades delictivas
Existen otros vínculos entre la educación y la disminución de la
criminalidad. El costo de oportunidad (definido en economía como lo que se deja
de ganar por la elección que se ha decidido), es también mayor para aquellas
personas que tienen el potencial de ganar altos salarios en actividades
legítimas, pues estar en prisión implica tiempo fuera del mercado laboral. Por
otra parte, la condena en sí misma ejerce un estigma social que actúa como un
disuasivo adicional, el cual es probablemente más fuerte cuanto mayor educación
tenga el individuo.
Por otro lado, la escolarización puede afectar el comportamiento de las
personas, por ejemplo haciéndolas más pacientes o aumentando su aversión al
riesgo.
Si bien desde el punto de vista teórico podemos identificar varios
canales a través de los cuales la educación afecta al crimen, abordar
empíricamente esta relación resulta más difícil. La causalidad que usualmente
se predice va desde la educación al comportamiento criminal, es decir, una
persona con poca educación es más propensa a cometer delitos en comparación con
una persona con mayor educación. Sin embargo, también la causalidad puede
interpretarse al revés: una persona más propensa a cometer delitos es menos
probable que permanezca en la escuela en comparación con una persona que no es
propensa a cometerlos.
Hay algunos estudios que utilizan técnicas econométricas para asegurar
que la causalidad viene de educación a crimen, como en el primer caso. Estos
estudios buscan cambios en educación que no son producidos por cambios en
crimen. Por ejemplo Lochner y
Moretti, (2004) utiliza los cambios en las leyes de asistencia
escolar obligatoria por estado en el tiempo en EEUU (cambios que se cree no
fueron producidos por aumentos en el crimen) y encuentra que la mayor educación
reduce la tasa de criminalidad: un año extra de asistencia a la escuela
secundaria reduce significativamente la probabilidad de arresto y
encarcelamiento. Además, un incremento de 1 por ciento en la tasa de graduación
de la escuela secundaria en los hombres conduce a un ahorro de US$1.400
millones por año por gastos no incurridos relacionados a los costos sociales de
la delincuencia.
Resultados similares se obtuvieron estudiando cambios en las leyes de
asistencia obligatoria a la escuela en el Reino Unido (Machin, Marie y
Vujic, 2012). Sin embargo, no solo parece relevante el mayor nivel
de educación, sino también la calidad de educación que se recibe. Deming (2011)
estima el impacto de ir a diferentes tipos de escuela (asignadas por una
loteria) en el crimen en el distrito escolar de Charlotte-Mecklenburg (EEUU).
Siete años después del sorteo, los beneficiados asignados a las mejores
escuelas fueron arrestados en menor frecuencia y por menos días. El efecto es
mayor en los jóvenes de mayor riesgo, que cometieron un 50 por ciento menos
crímenes en comparación con aquellos no beneficiados por la lotería.
La escuela también puede producir un efecto de incapacitación. Es decir,
al mantener a la juventud fuera de la calle y ocupada durante el día, la
asistencia escolar puede tener efectos sobre la participación criminal. Jacob y Lefgren (2003)
encuentran evidencia en este sentido para crímenes contra la propiedad
comparando días de asistencia escolar con la tasa de criminalidad cuando la
escuela no abre sus puertas (por capacitación de maestros, vacaciones o
feriados).
¿Cuál es la situacion en América Latina y el Caribe?
La evidencia disponible del vínculo causal entre educación y crimen
provienen del mundo desarrollado. No tenemos conocimiento de estudios de este
tipo en la región, aunque las recomendaciones de política parecen propicias para
nuestro caso también. Cualquiera sea el mecanismo subyacente, una mayor
escolaridad reduce significativamente la participación delictiva.
En la región, una forma de estudiar el vínculo entre bajo nivel
educativo y crimen es mediante la caracterización de los victimarios en las
prisiones o los centros socioeducativos (en el caso de menores de edad). Por
ejemplo, del total de jóvenes infractores en centros socioeducativos de
Espíritu Santo (Brasil) en 2013, el 82% no había terminado el ciclo básico (IASES 2013). En Jamaica, una encuesta penitenciara de
2012 (Jamaica Constabulary
Force, 2012) revela que el 62% indicaba educación secundaria
incompleta como su nivel educativo, sin embargo, 75% provenía de escuelas
no-tradicionales (de baja calidad educativa), y 38% fue arrestado por primera
vez antes de los 19 años. En Uruguay, el 60% de los privados de libertad según
el Censo Penitenciario de 2010 no había llegado a completar el primer ciclo de
la escuela secundaria.
Por ello varios países de la región, bajo la premisa de que mejorar la
educación o el tiempo de permanencia en la escuela, reduciría el crimen, están
tomando medidas dirigidas a niños y jóvenes en edad escolar. Por ejemplo, en
Jamaica se reforzaran 56 escuelas y como parte de su programa de Seguridad
Ciudadana, también se realizaran actividades para mejorar el comportamiento de
los niños y su retención en el sistema escolar. En Brasil, el gobierno de
Espíritu Santo lanzó en 2011 el Plan “Estado Presente” que constituye un
esfuerzo de inversión pública en la construcción de nuevas escuelas,
modernizando la currícula para retener a los jóvenes en la escuela y ofreciendo
actividades extracurriculares. El BID (parte del Plan), implementará 15 Centros
de Ciudadanía con servicios de educación remedial y recreación en las
comunidades con mayor incidencia del delito. En varios Estados de Brasil se
están desarrollando estrategias similares. En Costa Rica, también con apoyo del
BID, se construirán Centros Cívicos para niños y jóvenes en donde tendrán
actividades recreativas y educativas como parte de su curricula.
El caso de El Salvador es muy interesante, ya que es uno de los países
con mayores tasas de homicidios (43 homicidios por 100,000 habitantes – una
tasa mayor a 10 se considera una epidemia por la Organización Mundial de la
Salud), a la vez que se observa una alta participación de jóvenes en maras o
pandillas. Como la participación en estos grupos y en actividades delictivas
comienza a una edad temprana, el rol de la escuela es fundamental. El gobierno
está implementando la iniciativa “Parques de Convivencia e Inserción Laboral y
Económica”, con un modelo de atención a niños y jóvenes en situación de riesgo.
En Ciudad Delgado, una de las comunas más violentas, el BID ha apoyado la
implementación de uno de estos Parques, en el que se promueven actividades para
el uso positivo del tiempo libre y talleres de prevención de la violencia. Si
bien estas actividades son para la comunidad, se desarrollan en la escuela que
es el único anclaje institucional con espacio propicio para este proyecto. Esta
es la primera experiencia de este tipo en una zona tan conflictiva. Pronto
tendremos resultados de esta prueba piloto para compartirles.
La plataforma de Seguridad Ciudadana del BID tiene como uno de sus ejes
de actuación la prevención social de la violencia especialmente enfocada en
jóvenes y mujeres. En este sentido el BID está apoyando las iniciativas antes
mencionadas y muchas otras que implican el fortalecimiento de la educación bajo
la premisa analizada en este post: más y mejor educación pueden contribuir a
reducir el crimen en la región.
CORTESIA DE ENRIQUE TROFEOS, 849-401-6649
CORTESIA DE ENRIQUE TROFEOS, 849-401-6649
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Enrique Mercedes
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