lunes, 23 de octubre de 2017

REPORTAJE Xi Jinping, el hombre que vivió en una cueva y se convirtió en el líder de China, el segundo presidente más poderoso del mundo

Carrie Gracie Editora de asuntos chinos, BBC
No hay muchos líderes en el siglo XXI que hayan vivido en una cueva y trabajado como agricultores antes de afianzarse en el poder en una de las naciones más poderosas del mundo. Hace cinco décadas, cuando el caos de la Revolución Cultural envolvió a Pekín, Xi Jinping, que entonces tenía 15 años, se embarcó en la dura vida rural del interior de China. La región donde Xi trabajaba como agricultor, había sido un bastión de los comunistas durante la guerra civil. Era Yan'an, que se hacía llamar "la tierra santa de la revolución china". Ahora, cuando va a confirmarse el segundo período en el poder de Xi Jinping en el Congreso del Partido Comunista, el presidente está al mando de una superpotencia creciente y confiada, pero es una nación que vigila celosamente lo que se dice de sus líderes. Fuerzas armadas de "clase mundial" y China en el centro del mundo: 5 claves del discurso de Xi Jinping en la inauguración del congreso del Partido Comunista La propia historia de Xi ha sido "limpiada" y el pueblo donde creció ahora se ha convertido en un destino de peregrinaje de los más leales al Partido Comunista. Mito y realidad En 1968 Mao decretó que millones de jóvenes se mudaran de las ciudades hacia el campo para aprender de la dura vida de los campesinos.
Xi asegura que sí aprendió y que las ideas y las cualidades que lo definen hoy se formaron en ese período de su vida, cuando vivió en una cueva en Liangjiahe. "Cuando llegué a los 15 años, estaba ansioso y confundido. Cuando partí a los 22, tenía firmes objetivos en mi vida y estaba lleno de confianza", declaró. En esa época todos estudiaban el famoso Libro Rojo del presidente Mao. Ahora los pensamientos del presidente Xi se colocan en enormes carteleras publicitarias y hay un museo en su honor. La expansión en Latinoamérica y otras 4 políticas que definen el gobierno de Xi Jinping, el líder más poderoso de China en décadas En éste se alaban las buenas obras que hizo por sus compañeros campesinos, pero todos los rasgos de su verdadera personalidad han sido eliminados de su historia, que es tan perfecta que es difícil distinguir qué es real. En sus primeros 5 años en el poder, Xi Jinping ha construido un culto a su personalidad. En el centro está la imagen de un hombre del pueblo, que habla sin pretensiones, que ha hecho fila en una tienda humilde para comprar pan y pagado por su comida.
Pero el núcleo del mito que se ha creado alrededor de Xi es su vida exiliado de su familia y hogar, cuando vivió como marginado político en una cueva. "Principito comunista" Durante su infancia, su padre fue un héroe de la revolución comunista y Xi gozó de la vida privilegiada y protegida de los "principitos comunistas". Un cable de un diplomático estadounidense publicado por Wikileaks en 2009, basado en una discusión con un amigo cercano de Xi, afirma que los primeros 10 años de su vida fueron los más formativos. "Las influencias más permanentes que formaron las opiniones de Xi fueron su pedigrí como 'principito' y la época cuando creció en los recintos residenciales de las familias de la primera generación de revolucionarios del Partido Comunista en Pekín", dice. Lo que la modernización del ejército chino dice de las ambiciones de su líder Xi Jinping Pero todo esto se derrumbó en la vorágine que impuso contra la élite del partido un presidente Mao, cada vez más paranoico y vengativo durante los 1960. El padre de Xi primero fue purgado y luego encarcelado, y su familia humillada. Una de sus hermanas murió, quizás en un suicidio. Para cuando cumplió 13 años, la educación formal de Xi llegó a su fin ya que las clases en Pekín fueron suspendidas para que los estudiantes pudieran criticar, golpear e incluso asesinar a sus maestros.
La cueva Muchos de la generación de Xi están de acuerdo en que cuando terminó su educación en el colegio aprendieron a sobrevivir con el sentido común, la dureza emocional y la independencia de pensamiento. Xi recordaría después su capacidad para escuchar otros puntos de vista sin tener necesariamente que doblegarse a ellos. "Aprendí a disfrutar cuando se me indicaban mis errores, pero a no dejarme influir por ello. Sólo porque fulano o sultano decía algo, yo no iba a empezar a analizar cada uno de los costos o beneficios. No iba a perder el sueño por ello". La vida rural en la China de los 1960 era muy dura. No había electricidad ni transporte motorizado ni herramientas mecánicas. El adolescente Xi aprendió a transportar estiércol, construir presas y reparar carreteras. Compartió la cama infestada de pulgas en su cueva con otros tres jóvenes. Uno de ellos era el agricultor Lu Housheng, quien me dijo en 2015: "Todo lo que teníamos para comer en esa época era avena, hierbas y bollos cocidos al vapor. Cuando tienes tienes hambre no te importa lo que comes". En la noche, contó Lu, Xi se retiraba a su cueva para leer a luz de una lámpara de queroseno. Lo recuerda como un lector voraz y fumador empedernido. Según Lu, Xi no tenía sentido del humor. No jugaba póker ni se entretenía con otros jóvenes ni buscaba novia. A los 18 se sintió preparado para embarcarse en su carrera política. Se unió a la Liga de la Juventud Comunista y a los 21, a pesar de múltiples rechazos debido al encarcelamiento de su padre y a su familia caída en desgracia, finalmente logró unirse al Partido. El ascenso "Extremadamente pragmático, realista, con 'los ojos puestos en el premio' desde joven". Así es como lo describe un amigo en el cable diplomático de 2009. A diferencia de muchos jóvenes "que recuperaron el tiempo perdido divirtiéndose", Xi era excepcionalmente ambicioso y enfocado. Después de la Revolución Cultural, "eligió sobrevivir convirtiéndose en más rojo que los rojos".
Cuando cumplió 25 años, su padre ya había sido rehabilitado políticamente y enviado a dirigir Guangdong, la vasta provincia vecina de Hong Kong, que se convertiría en el motor del ascenso económico de China. El padre de Xi impulsó la carrera de su hijo con su red de patrocinadores y, según su amigo, Xi rápidamente aprendió a construir su propia red. "Cuidadosamente estableció un plan profesional para aprovechar al máximo sus oportunidades para llegar a los niveles más altos de la jerarquía del Partido". Y agregó: "Primero fue convirtiéndose en oficial del ejército a fines de los 1970 y después, trabajando en una variedad de cargos del liderazgo provincial progresivamente ascendiendo de rango. En su mente tenía la promoción... desde el primer día". Xi se llevó consigo los traumas de su niñez y la soledad de la cueva. Según su amigo, su reserva y la distancia que mantenía contribuyeron al fracaso de su primer matrimonio con la hija de un alto diplomático. La única vez que se vio siendo el centro de atención fue cuando se casó con su actual esposa, una famosa cantante. Durante muchos años el público bromeaba: "¿Quién es Xi Jinping? Es el esposo de Peng Liyuan". Después de haber visto cómo su padre era acosado por Mao, Xi hizo concesiones al poder y se mostró muy cuidadoso para evitar hacer enemigos.
Incluso ya entrado en sus 40 o 50 años, siendo un alto líder del Partido, siempre se mostró competente y nunca llamativo. Los tenía a todos absortos. Cuando se convirtió en líder del Partido Comunista en 2012, Xi había sido el candidato de consenso. Pocos dentro o fuera de China adivinaron lo que vendría después: 5 años de choque y asombro político. La jaula para los tigres El 11 de junio de 2015, un hombre de pelo canoso se presentó ante una corte criminal en el norte de China, flanqueado por oficiales que una vez obedecieron sus orígenes. Se trataba de Zhou Yongkang, el funcionario más alto del Partido que era sometido a juicio por corrupción en toda la historia de la China comunista. Durante años este sujeto había sido el hombre más temido de China. Controlaba la policía, los paramilitares, las prisiones y las operaciones de inteligencia. Pero en el año y medio en que desapareció de la vida pública y volvió a aparecer en la corte, el hombre de 72 años había perdido su postura gallarda y el color de su cabello. Ahora era blanco del sistema de seguridad que él mismo había establecido. Cuando Xi Jinping subió al poder en 2012, prometió al público una campaña que "empuñaría una espada contra la corrupción", atrapando tanto a tigres como a moscas. Zhou fue uno de los mayores tigres. "Acepto la sentencia. No apelaré. Me doy cuenta de los crímenes que he cometido y lo que he costado al Partido", declaró. La caída de otro tigre, Bo Xilai, también fue notoria. Tanto él como Zhou estaban acusados de conspirar juntos y, junto con dos altas figuras militares y otro importante político, de "arruinar la unidad del Partido". El juicio de Zhou se llevó a cabo a la mitad del primer período del gobierno de Xi. La campaña de choque y asombro estaba en camino con una serie de juicios de importantes figuras y de propaganda de honradez. Para acompañar la imagen de una nueva cultura política disciplinada y frugal, Xi trataba de evitar banquetes y a veces viajaba en camioneta con colegas en lugar de una flota de limusinas. El privilegio comunista En los últimos cinco años el mensaje de Xi ha sido: "No se unan al Partido si quieren ganar dinero". Pero su problema era, y todavía es, que esto es precisamente lo que los 90 millones de miembros del Partido esperan cuando se unen a éste. La política del Partido Comunista a menudo ha funcionado con un sobre de billetes, un favor o un patrocinio. Limpiar esto significa no sólo retirar individuos sino redes completas de influencia y toda una cultura.
Xi regresó a sus raíces en el pueblo donde vivió en una cueva para codearse con campesinos y se ha esforzado por dejar en claro el contraste de su propia vida y la de una élite corrupta. Pero Xi, de 64 años, siempre ha pertenecido a la élite. En los años previos a que asumiera la presidencia, algunos de sus familiares se hicieron increíblemente ricos, aunque no hay evidencia de que él buscara promover los intereses empresariales de su familia. Zhou Yongkang había sido miembro del Partido durante medio siglo. Escaló la jerarquía de la mayor compañía petrolera china y coronó su carrera con un alto cargo en el partido y el control del sistema de seguridad. Tenía una red formidable de patrocinadores. Cuando lo llevaron a juicio, Xi había disuelto esa red, investigando a todos sus empleados, choferes y cocineros. Se decidió sentenciarlo a cadena perpetua. Pero Zhou no sólo era corrupto. También pertenecía a una facción rival del Partido cuyo poder desafiaba al de Xi. Todos se dieron cuenta entonces de que en la era de Xi si pierdes, pierdes todo. Al encarcelar a cientos de poderosos tigres en las altas filas del Partido y del Ejército, Xi rompió el reglamento que mantenía una paz frágil entre la élite comunista tras la muerte de Mao. China ahora está alerta a las desapariciones repentinas. Como la de Xiao Jianhua, un multimillonario de 45 años con vínculos a las familias más importantes del país que se esfumó de su apartamento de lujo en Hong Kong en enero de 2017. Desde entonces no se le ve y se cree que está en custodia en China territorial, en una advertencia a los demás de que el dinero, las conexiones y un pasaporte canadiense no son suficientes para protegerte del largo brazo de Xi. La purga ha continuado y en los 5 años del régimen de Xi, se ha reforzado la impresión de que la corrupción en el Partido es un problema sistemático y perdurable. Pero todas las investigaciones de corrupción de los últimos años han sido conducidas en secreto. El Partido Comunista chino sigue siendo una organización opaca y aunque se ha comprometido a limpiar los delitos, Xi no ha mostrado ninguna disposición para permitir que la surja la verdad en la corte o en alguna otra plataforma pública. Una y otra vez el partido ha descubierto que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe de forma absoluta. Pero Xi está determinado a dirigir él solo la limpieza de camaradas y el encarcelamiento de los tigres. La consciencia Hubo otro juicio en el que el acusado no era un tigre despiadado del Partido Comunista, sino un abogado apacible. Sus convicciones sonaban similares a los valores socialistas básicos que apoyaba Xi Jinping, pero estaba a punto de ser encarcelado por la audacia de haber actuado sin la aprobación del Partido. Xu Zhiuong, de 40 años, había comenzado su carrera como erudito, pero se convirtió en representante de los perdedores del milagro económico de China, incluidos los trabajadores migrantes y los indigentes. Justo cuando Xi asumió el poder, el abogado estaba ayudando a establecer el Movimiento Nuevos Ciudadanos, cuyo objetivo era unir al pueblo "a través de una identidad cívica común". La acusación en su contra era haber reunido una multitud para perturbar el orden público. En una declaración en la corte señaló que la constitución china prometía a los ciudadanos la libertad de expresión. A pesar de trabajar a favor de las causas más cercanas a Xi Jinping, la rectitud en el servicio público y un mejor trato para los pobres, Xu Zhiyong pasaría en la cárcel el primer período de Xi en el poder. Su sentencia fue decretada el 26 de enero de 2014. Pocas semanas antes, Xi viajó al mausoleo del presidente Mao en la Plaza de Tiananmen en Pekín. Xi hizo tres reverencias frente al sarcófago de vidrio donde descanse el cuerpo de Mao para conmemorar el 120 aniversario de su nacimiento. Al parecer no importa que las políticas de Mao condujeron a una hambruna y muerte de más de 30 millones de chinos. O que la propia familia de Xi haya sido perseguida en la última década de la Revolución Cultural. Xi Jinping y MaoDerechos de autor de la imagenREUTERS Image caption Las consignas de Xi aparecen por todas partes en Pekín junto a las del Presidente Mao. Con Xi Jinping en el poder, preocuparse por los hechos inconvenientes de la historia o insultar a los héroes y mártires revolucionarios ahora es un delito punible llamado "nihilismo histórico". El retrato de Mao todavía está ubicado en la Plaza de Tiananmen y Xi como hijo de uno de los camaradas revolucionarios de Mao, se ha colocado en la línea directa de sucesión. Ha prometido al público que China será rica y fuerte. Y cree que la unidad y la disciplina bajo el régimen de un solo partido es crucial para lograrlo. La educación de élite de Xi en su infancia, seguida de los terrores de la Revolución Cultural, le enseñaron a temerle a una ciudadanía politizada.

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Enrique Mercedes
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