jueves, 27 de agosto de 2015

Así será el mundo cuando no haya dinero físico

Razones por las que será positivo y cómo encaja bitcoin en todo esto. ¿Qué es el dinero? Todo. ¿Qué dice este tío? Sí, en serio, cualquier cosa. Vamos a explicarlo con una historia de la imprescindible Rosa Belmonte sobre algo más respetable, como son las perversiones. Este verano, un taxista de Londres fue denunciado porque, en lugar de dinero, aceptaba pis. Tras llegar al destino, proponía a los viajeros, viajeras, concretamente, que el pago de la carrera se realizase en orina y les facilitaba un recipiente en el que debían depositar el líquido. Faltaban datos: cómo era el recipiente, si había que llenarlo o se hacía una proyección de contenido según el trayecto o, sobre todo, cómo se llegaba a esa propuesta; si tras una negociación o era una oferta directa: “¿cash or piss?”. La periodista sí se hacía la pregunta clave: cuánta gente había dicho que sí. Esa es la cuestión. Aceptarlo. Un emprendedor, una división de Uber, por ejemplo, podría poner en marcha una red de gente que intercambiara viajes por líquidos corporales y ahí sí que nadie podría decir nada. Atocha-Príncipe Pío: una camiseta empapada en sudor. Port Vell-Universitat: 0,75 litros. Parece una guarrada, pero todo el sistema financiero funciona así. Cualquier cosa puede ser dinero. Basta que un número suficiente de personas lo acepte como tal. Ser un Estado ayuda, claro. No siempre fue así. Durante siglos, las monedas fueron de metales preciosos y, como los actores porno, valían lo que eran, al peso. Después, se pasó a la equivalencia, lo que se conoce como el "patrón oro". Instituciones, no siempre públicas, ponían en circulación monedas o papeles respaldados por sus reservas, normalmente, de metales preciosos. Por ejemplo, la primera peseta (peçeta, piececita, en catalán) fue emitida en Barcelona durante la presencia napoleónica y equivalía a cinco gramos de plata. La inestabilidad de la primera mitad del siglo XX en Europa culminó con el abandono de esa equivalencia tras la II Guerra Mundial. Bueno, casi. Las monedas europeas se vincularon al dólar estadounidense que sí conservaba el "patrón otro". Sí, los dólares estaban respaldados por todos esos lingotes guardados en Fort Knox que quería llevarse el malo de 'Goldfinger'. En la 'Jungla de cristal III', el malo quería robar una sucursal en Wall Street, ¿por qué una sucursal?, ¿por qué ya nadie quiere robar Fort Knox?, ¿Por qué nadie, salvo Google o Amazon, quiere dominar el mundo? Nuevas convulsiones en los 70, la crisis del petróleo, provocaron que Estados Unidos, y el resto del mundo con él, abandonara el "patrón oro" y el respaldo de la moneda pasó a ser la confianza. Sí, como en el amor verdadero. Tienes 10 euros en el bolsillo. Crees que es algo de verdad y que lo será siempre; eh, dices enseñándolo, está firmado por Mario Draghi. En realidad, solo vale porque el resto del mundo lo acepta para intercambiarlo por cosas; un café en un chiringuito de Formentera, por ejemplo. Quizá, un papel firmado por Maradona valga más. O los botes de fluidos del taxista londinense. Solo los suyos, claro, una moneda necesita normas. No la puede hacer cualquiera tras beberse un par de cervezas. El siguiente paso, aún en estudio, es retirar el dinero físico. No habrá papeles firmados por Mario; tan solo, números en una pantalla, que puede ser la del ordenador, la del móvil, la tableta o el reloj. El primer país europeo en dar el paso adelante fue Dinamarca, donde el parlamento debatió esta primavera una iniciativa para retirar cuanto antes el efectivo de la circulación; primero, en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes; después, en todo lo demás. Si el gobierno socialdemócrata hubiera vuelto a ganar las elecciones, había incluso fecha para dejar de emitir coronas: 2016. En Austria, Bélgica e Irlanda también se ha debatido la idea. ADIÓS A LA ECONOMÍA SUMERGIDA La medida se justifica públicamente por dos razones. La primera es que elimina un montón de costes administrativos; la segunda, que provocará la desaparición de la economía sumergida (nada de ¿con IVA o sin IVA?) y ayudará a reducir la criminalidad. Según los defensores del plan danés, en la mayoría de actividades ilícitas se maneja dinero físico y su desaparición reduciría la capacidad de maniobra de los "malos". Drogas, sí, pero también piensan en la financiación de grupos terroristas. En privado, la cuestión tiene otras dos defensas. Primero, agiliza las políticas monetarias de los países (buenas o malas) y segundo, proporciona una tremenda base de datos sobre lo que uno hace, un gigantesco Gran Hermano financiero, y obliga a que el dinero esté activo, que es lo que quieren los bancos. Nada de tener el dinero en un calcetín porque no habría nada que meter. Pero Europa va por detrás de otras partes del mundo, donde es complicado tener todos los requisitos para abrir una cuenta en el banco, pero casi todo el mundo tiene móvil. En Ecuador, el banco central puso en marcha un sistema con la participación de Movistar para abrir cuentas virtuales a través del móvil. En África, la cosa está más avanzada. Por ejemplo, el sistema M-Pesa, creado para los microcréditos, se ha convertido en una plataforma de pagos usada por el 40% de la población de Kenia. El panorama ofrece una cuestión interesante, sobre todo, si a uno le gusta la ciencia-ficción: la desaparición del dinero físico facilita mucho la aparición de nuevos operadores financieros. Cualquier sistema de pagos puede convertirse en una entidad financiera; operadores de telefonía o empresas de internet pueden convertirse en los nuevos bancos. El pasado mes de junio, la empresa china Alibaba ya lo hizo e incluso tiene un sistema de calificación, Sesame, basado en sus bases de datos. LAS CRIPTOMONEDAS (BITCOIN) Y otro actor: las criptomonedas, que no son las que se usan en las batallas de World of Warcraft, sino monedas virtuales. Su base es la misma que las monedas que conocemos, la confianza, y su principal característica es que no tienen nada que ver con los Estados. No hay nadie, ni organismo ni particular, que decida su emisión, sino que se genera colectivamente siguiendo un patrón definido con anterioridad y también se controla a través de una red. No se puede dar a la máquina de hacer billetes como está haciendo ahora China. Su ventaja es que respetan la privacidad. Comisionistas de España, podéis respirar. La criptomoneda más famosa es el bitcoin, con la que ya se puede pagar en algunos centros comerciales españoles, pero hay más, hay muchas más, más de 100 (se puede mirar su cotización aquí, pero cuidado, que es un poco hipnótico) y algunas tienen un volumen de negocio considerable. Son un recurso extendido en ciertos lugares con cultura tecnológica y financiera para ahorrarse las comisiones de las transferencias internacionales. El problema es que, de momento, son monedas muy sometidas a especulación, pero tuvieron su momento en Grecia. No sólo porque los griegos optaron por el bitcoin como refugio, sino porque este formaba parte del plan B de Varoufakis. La incógnita se abre cuando todo lo anterior se junta: desaparición del dinero físico, monedas no emitidas por los Estados (¿qué pasaría con la deuda, los impuestos y la política económica en general?), situaciones de grave crisis política y, claro, Alibaba, Amazon o Google como respaldo para dar confianza. ¿En quién confía usted más, en el gobierno o en Google, mejor dicho Alphabet? No respondas todavía. Seguir a @jorgedioni www.revistagq.com

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Enrique Mercedes
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